DESPERDICIA RENGLONES COMO BUEN MINIMALISTA

En el formato del guion el espacio es muy preciado como para desperdiciarlo con indicaciones escuetas de tres palabras y diálogos de una sílaba, seguidos de los mismos recursos repetidas veces hasta llenar 3 páginas o más. Al entregarle tu estimada obra a alguien con el afán de ser leída, éste la hojeará para advertir su longitud. Si son poquitas mejor aún.

Una de las varias tareas que la mente ocupada en crear debe sobrellevar es economizar en espacio, en lugar de fijarse una meta de alcanzar pocas páginas. Parece lo mismo, pero no lo es. Los primeros borradores, o tratamientos; como suele llamárseles; pueden tener una amplia longitud. Durante esta etapa no importa reparar en bytes. Pero según uno se encamina al guion final, escatimar en renglones se convierte en una gestión secundaria importante.

Las descripciones escuetas pueden ser positivas, quizás deseadas y necesarias, pero utilizar tres palabras al narrar, seguido de un diálogo de una sílaba; así sucesivamente hasta llenar 3 páginas, con sus respectivos desperdicios en renglones vacíos, el encabezamiento de los nombres de los personajes, y tal vez algunas indicaciones entre paréntesis, tales como (PAUSA); no me parece razonable.

En lo personal, no tengo un apego por las descripciones con tan escasas palabras, no me gustan, pero a veces no pueden evitarse. Prefiero los párrafos que regularmente miden una pulgada. En primer lugar, ¿qué pasa con los diálogos cortos, casi monosilábicos? La expresividad de estos fragmentos varía según la perspectiva del lector/espectador.

Hay quienes los hallan atractivos. El antiguo dicho de que menos es más. Lo ocurrido fuera de la información expuesta es más profundo, lo que no hay toma un peso importante, es exactamente lo que el personaje oculta. Pudiera ser, pero estamos hablando de, en verdad, diálogo coloquial; sin distinción de formalidad.

Se ha abusado del diálogo coloquial, incluso ahora resulta más cómico que profundo. En el guionismo, las expresiones del mundo real, sobre todo en exceso, como «pues, este..., eh..., es que..., mira..., es que...,» y el tan odiado «es que lo que pasa es que...», entre muchas otras, no son aplicables a este oficio.

Como en las demás ramas del arte, la realidad no se muestra tal cual, sino que se interpreta. Esto no implica remover la improvisación del actor, en cuyo caso sólo se pondría la indicación de ad-lib; no la verborrea inútil. (Aunque a veces pueda ser yo algo verboso).

Por cierto «es que lo que pasa es que...» es el favorito telenovelero. Quizá ni siquiera lo escriben en el libreto, sino más bien es para llenar el «búfer» del apuntador, esperando procesar la información del complicado diálogo de la soap opera.

La objetividad es un problema, como siempre ocurre en asuntos del tipo. Apenas revisando caso por caso podría darse un veredicto correcto. Pero en grandes rasgos, el despilfarro en espacio está mal. Por ejemplo, la indicación de (PAUSA), seguido de una línea de diálogo en la misma columna del mismo personaje, secundado por otra (PAUSA), para terminar con una descripción de cuatro palabras, repetido en un sinfín de hojas, es horrible.

Eso no se hace. Para empezar, los actores no gustan de leer (PAUSA)s, ellos saben el momento de detenerse o no, su técnica, corazonada e inspiración le mostrarán el camino. Al principio yo era un adicto a las (PAUSA)s, pero después advertí que no eran necesarias, además de consumir preciado espacio. El intérprete tiene su propio ritmo y, al igual que él respeta el guion, debemos respetarlo nosotros a él.

No hay como el buen « ... » para indicar una pausa, o « -- » para simbolizar una interrupción mayor. Son recursos cortos económicos de espacio.

En un guion de menos de 120 páginas tan escueto, a simple vista hace pensar que se evade la trama. Aunque el autor podría pensar: «miren la profundidad de mi guion, presten atención a todo lo que se oculta en el entramado minimalista». Podría ser válido, pero ya se abusa del recurso. También existen otras formas de eludir argumento, una de ellas es hacer lo opuesto, describir en demasía nimiedades. Confieso haber caído en algún momento en ambos escollos.

El efecto dinámico, «en vivo», que dicho diálogo pretende causar, interrumpido continuamente por descripciones escasas; o con indicaciones tramposas entre paréntesis, sin mencionar las pausas; a mí me resulta cansado. Y ocurre lo opuesto, corta el hilo narrativo en vez de hacerlo vivaz. Es cuestión de estilos, muchos podrían decir, y de gustos. Pero en lo que respecta a economizar espacio, es una pérdida de preciados renglones que valen oro.

Se debe tomar en cuenta que el nombre del personaje consume un renglón, más el brinco de separación a la diminuta línea descriptiva, más el salto al diálogo con el título del sujeto, y la acotación entre paréntesis opcional, así en varias páginas. Se me figura tramposo, es como para hacer bulto.

120 páginas reducibles a 70 si se removiera el excedente de paréntesis, rejuntaran las partículas errantes de diálogos -o se eliminaran-, además de agrupar las descripciones. Tan dramático sería el reajuste, refiriéndome al peor de los casos, o al mejor, según quiera verse. Si trama, personajes, todo, estuviera bien expuesto, explicado y, aparentemente, resuelto, se daría por terminado el guion.

Pero el espacio vacío hacia la meta tentará a aquellos autores quienes deseen más enjundia para su obra. Yo iría por las ciento veinte. Consejos aplicables a los guiones de TV con mayor razón, dado la corta longitud de 45 páginas (aunque el número puede variar).

P.D.: A veces, las acotaciones tramposas entre paréntesis en los diálogos son necesarias, de nuevo, con el fin de ahorrar espacio y no recurrir a una línea de descripción. Pero no se debe abusar de ellas.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

CÓMO REGISTRAR OBRAS EN INDAUTOR DESDE EL INTERIOR DEL PAÍS

“FADE IN:” ¿FUNDIDO DE ENTRADA?, ¿DISOLVENCIA DE ENTRADA? o ¿DESVANECIMIENTO DE ENTRADA?

¿Cómo registrar una obra en INDAUTOR desde el interior del país? (Actualizado)