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Recuerdos de Antaño: Azotando tu Cráneo

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Recuerdos de antaño, aún los llevo aquí en mi ser. ¿Tengo remembranzas bonitas, apreciadas, de la primera etapa de mi vida en que me propuse crear un guion? Frustrantes memorias, diría. Días difíciles en los cuales tirar la toalla era un pensamiento a la vuelta de la esquina. La poca experiencia redactando mis relatos, algunos sueños locos, no eran aplicables. El guion tiene la dificultad o bendición, como desee tomarse, de ser visual. No puedes describir directamente lo que sucede en la cabeza del personaje -a menos que recurras al artificial V.O. (voice over); el cual he utilizado una sola vez- Todo debes mostrarlo, y eso requiere pericia, disciplina; sin mencionar de un cerebro terco. Extraer una narrativa decente, con profundidad de personaje, de entre una masa amorfa, casi impenetrable, al principio, es un arduo trabajo. No hay anécdotas bonitas al respecto. Las primeras veces se siente como... como... si tu cráneo azotara en una superficie dura a alta velocidad. Eso me recu

DESPERDICIA RENGLONES COMO BUEN MINIMALISTA

En el formato del guion el espacio es muy preciado como para desperdiciarlo con indicaciones escuetas de tres palabras y diálogos de una sílaba, seguidos de los mismos recursos repetidas veces hasta llenar 3 páginas o más. Al entregarle tu estimada obra a alguien con el afán de ser leída, éste la hojeará para advertir su longitud. Si son poquitas mejor aún. Una de las varias tareas que la mente ocupada en crear debe sobrellevar es economizar en espacio, en lugar de fijarse una meta de alcanzar pocas páginas. Parece lo mismo, pero no lo es. Los primeros borradores, o tratamientos; como suele llamárseles; pueden tener una amplia longitud. Durante esta etapa no importa reparar en bytes. Pero según uno se encamina al guion final, escatimar en renglones se convierte en una gestión secundaria importante. Las descripciones escuetas pueden ser positivas, quizás deseadas y necesarias, pero utilizar tres palabras al narrar, seguido de un diálogo de una sílaba; así sucesivamente hasta llenar

¡NO QUIERO! ¡SON MÍAS! ¡DÁMELAS! ¡MAMI!

Tengo un ligero problema respecto a dar consejos sobre guionismo. En primer lugar, es difícil, lo sé, convencer a alguien desde mi posición de autodidacta del guion, sin ninguna práctica profesional hasta la fecha, de merecer el derecho de andar esparciendo tips. La verdad, he aceptado; hasta cierto punto, para ahorrar tiempo; la imagen que los demás proyectan en mi de un tipo viviendo en las nubes, sin contacto con la realidad. Pero he descubierto que soy más práctico de lo que suponía. ¿Un soñador práctico? Raro. El problema: soy celoso, posesivo con los tips o «epifanías», como me gusta llamarles a las ideas que me ayudan a salir de escollos y se presentan de vez en cuando. Tengo unos consejos personales los cuales no deseo ceder. Y no recuerdo haberlos leído en ningún libro. Algunos son muy obvios, claro, cuestión de sentido común. Como siempre sucede, es la aglomeración de todos los libros y observaciones de la vida los cuales alimentan las revelaciones inéditas de prendérsete