Extra Time! Parte 4

ANECDOTARIO DE UN EXTRA: DÍA DOS.

Participé como extra en la película filmada en Hermosillo, Sonora, México, claquetada el 30 de abril del 2012: “Chávez: The Fight in the Field”. Dirigida por Diego Luna, protagonizada por Michael Peña, Rosario Dawson y America Ferrera.

Aunque apenas el día anterior experimenté las emocionantes vivencias de un extra (substituir emocionante por sudorosas, vivencias por excentricidades y extra por empleado sumiso) me hice de las energías suficientes para comenzar otra jornada laboral en el mundo del cine.

Un nuevo e ¿interesante día, quizás? Al comunicarse contigo los del casting vía celular, se siente bien cuando piden tu participación; palabras utilizadas por ellos. Como si te necesitaran. En realidad así es, pero no es personal, claro. No es que seas imprescindible. Pero de todos modos se siente bien.

La cita era a las 9:00 A.M. en el Holiday Inn. Pero el sitio exacto no lo sabía. ¿Sería en una habitación del hotel, a la intemperie? Ojalá fuese en el área de la alberca. Después de todo, no quería tocar la puerta del cuarto equivocado.

Podrían ocurrir malentendidos. Como, al tocar la puerta equivocada, una afligida voz femenina me permitiría pasar al confundirme con la mucama. Al entrar, hallaría a una señora solitaria ahogando sus penas en un vaso de tequila en las rocas, vestida en un entallado camisón negro, sentada en el apoyapié junto a la cama. Al verme por vez primera se sentiría extrañada, pero no me echaría a patadas.

Me preguntaría si también soy un hombre despreciable como todos los demás. Yo le expondría la trillada cuestión de que algunas mujeres se permiten engatusar por desgraciados labiosos, perdidas en su fantasía personal de la estampa del marido perfecto.

En su vulnerable estado, ella me compartiría sus problemas maritales, de los que está sumergida hasta el cuello. Apenas hoy fue lo suficientemente fuerte para ver más allá de la “rosa realidad” de la cual era prisionera. Lágrimas rodarían por sus mejillas.

Al tratar de ponerse en pie, ella se tambalearía por borracha. Yo la atraparía, justo a tiempo antes de pegarse con la esquina del tocador. Mientras la sujeto en mis brazos, me miraría a los ojos… Entonces, una cosa llevaría a la otra…

NO. Le haría ver que no está en condiciones de tomar decisiones “románticas” en este momento. Involucrarse en otra relación sentimental a escaso tiempo de su terrible rompimiento sólo le traería desgracias y la confundiría más. Sin importar lo fugaz que fuera. No es la solución.

La dejaría en la cama, llamaría al servicio a la habitación diciéndoles que trajeran desayuno con un café bien cargado, pues ella no había comido desde ayer al mediodía. Yo iría a la salida, abriría la puerta.

Antes de irme, me volvería a ella. La señora estaría echada sobre uno de sus costados en su entallado camisón negro, asintiendo con su cabeza, pensando: este hombre sí es bueno. Me miraría mientras le doy la espalda y cierro la puerta.

Súper Ego: -¡Oye! ¡Es mi fantasía! ¡No me vengas a coartar la libertad de expresión! ¡Puedo hacer lo que se me dé la gana! ¡Dámelo, dame el teclado! ¡No sirves para llevar una trama al final feliz!

Yo: -Si te diera rienda suelta tendría que seleccionar Contenido para Adultos en la configuración del blog. Así que te calmas. Pos este.

¡Divagué mucho! Ejem. De vuelta al tema.

Pasé de largo el acceso vehicular donde eché un lejano vistazo. Había algunos jóvenes sentados en la entrada lateral del hotel. Ingresé por la puerta principal. Luego de unos rodeítos para quitarme la pena de preguntar en recepción, me dijeron que la oficina del casting estaba cruzando la vía de llegada de los carros.

La cual recién pasé. Entonces salí por la entrada lateral cuando vi a, más o menos, 10 jóvenes, sujetando una hoja blanca en sus manos. La copia del IFE. Estos son extras como yo. Lo primero a notar: todos tenían el cabello largo.

Curioso e irónico, ¿verdad? Cuántas veces no me dijo la señora inglesa, jefa de los estilistas, “Shorter. Just a Little shorter”. Llegado el momento de la verdad salió el tiro por la culata. Puro tiempo perdido, líquidos vitales y un extra descabellado de oquis. A veces, el afán de hacer valer tu palabra a como dé lugar no te lleva a ninguna parte.

Recogieron las copias del IFE para apuntarles el número de extra dado en el casting. Mismo procedimiento en el primer día. El Tatuado me miró fijamente por unos segundos mientras le entregaba el papel. “Tu viniste ayer, ¿no?” ¡Qué buena memoria tienen! Nunca se olvidan de una cara entre tanto gentío. Eso tiene su parte mala y buena a la vez.

Pero en esta ocasión, el Tatuado me informó que no necesitaba tal copia; es una por semana. Sin embargo, me pidieron el ticket. Es una ficha de cartón dividida en tres partes con líneas dentadas como una galleta saladita. Ahí apuntan el número de casting, nombre y la ocupación dada en ese día escrita en inglés.

Por ejemplo, a mi me tocó Male Crowd o Multitud Masculina. Cada ficha es desprendible. El cacho principal siempre permanece contigo, otra es para vestuario y una más va a utilería. Las entregas cuando te dan la vestimenta y props; ya sea un reloj de pulso, sombreros, hasta un pin; y las recibes devuelta luego de regresar los atuendos y pertenencias del personaje extra.

En el cachito principal está impresa la semana en casillitas. Como ya había asistido el día anterior, sólo tacharon la ocupación de Male Crowd por Male Worker, o algo parecido. Además, sellaron el apartado del miércoles, pues el martes, mi primer día, ya había sido estampado con el logo de Julio Toledo Extras Castings.

La pregunta es, porqué escriben la ocupación a representar en inglés. Hay uno o dos gringos en el crew, pero la vasta mayoría son mexicanos. En fin. Esperábamos y esperábamos cuando las vanes se alistaron. Fuimos repartidos en dos. Todos íbamos muy calladitos, sin saber a dónde nos llevarían. Ni siquiera nos lo informaron. Nadie indagó por nuestra parte tampoco.

Mientras nos dirigían por el boulevard Kino en dirección Este, imaginaba los posibles destinos. En realidad no conozco aquellos rumbos, por eso no pude especular mucho. Pero al tomar una desviación hacia el Oeste, mis planes mentales se renovaron. Quizá iríamos a La Milla, otra vez, o al Museo de Sonora. Días anteriores filmaron por ahí; entonces, según yo, había probabilidades de que el centro de la ciudad sería el lugar escogido. Además, la terca idea de que grabarían en interiores seguía revoloteándome en mi cabeza sin fundamento alguno.

Una vez más pasé por mi casa. Conforme la van se desplazaba por la ciudad, todos los destinos que suponía se iban tachando uno a la vez. La incertidumbre aumentaba. Todo era tan simple como preguntarle a la conductora, pero a ninguno de nosotros le nació. Nos acercábamos a los márgenes de la capital. ¿Acaso saldremos de ella, y qué tan lejos?

Durante mi primer día, me contó un señor maduro, feliz por haber “gozado” como extra varios días atrás, que lo llevaron junto con otros en autobús hasta Pesqueira. Es decir, Mátape, su antiguo nombre, sino me equivoco. Su llamado empezó a las 6:00 A.M. El tiempo exacto de la llegada al pueblo no lo sé, pero según dicen, estuvieron allá alrededor de 20 horas trabajando sin parar. Con sus debidos lonches, por supuesto.

En su estancia en el pueblo, filmaron una escena donde aterrizaba un helicóptero o sobrevolaba el área. Según cuentan, extras resultaron lastimados por los escombros y terregal levantados por el viento producido por las hélices. La verdad, no me consta, pero son los rumores. También anda un chisme de un figurante desertor que no aguantó la pesada jornada y se regresó solo a Hermosillo. Ha de haber estado pesadito el asunto.

Volviendo al día dos. Hubo un lapso donde pensé que nos llevarían a Villa Pesqueira. Pero, según Google Maps, el pueblo está en la dirección opuesta. Pasamos el aeropuerto, ¿a dónde fregados vamos? Ahora sólo veíamos carretera.

Al toparnos la señalización de salida a Bahía de Kino, se me iluminaron los ojos. Para los de allende las fronteras. Es una playa cercana a Hermosillo, la capital. Un poco de historia. Fue nombrada, al igual que el boulevard donde se ubica el Holiday Inn, por el misionero jesuita italiano Eusebius Franz Kühn, o Eusebio Francisco Kino como le llamaron los provincianos, alrededor de los 1680s.

Existe bastante tiempo separando la playa de mí. Hace mucho que no aspiro la brisa del mar y entierro mis dedos de los pies en la cálida arena, ni chapoteo en las apacibles aguas del Golfo de California. No. Sería demasiado bueno para ser verdad.

Dicho y hecho. La van paró en medio del camino, nos desviamos ligeramente a un costado, hacia la admisión a un accidentado sendero de terracería de una vasta propiedad cercada. El destino, el Campo Experimental del Departamento de Agricultura y Ganadería de la Universidad de Sonora; en el kilómetro 21 de la carretera a Bahía de Kino.

Bueno, no hubo playa, pero por lo menos llegamos a la dirección. Veremos qué aventuras me esperan. En ese momento traía una generosa carga de positivismo en mi ser. Pero la realidad es cruda, ya se me agotaría paso a paso, gota a gota.

Porque “la realidad es como una pared sólida de hormigón, en espera de una espectacular colisión con tu cráneo”. – Santos Adrián Gutiérrez.

CONTINUARÁ

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